Despertar al mundo

Foto por Cecile Meijer, rscj

Durante su reciente visita a los Estados Unidos, el Papa Francisco visitó también las Naciones Unidas en Nueva York (el 25 de septiembre de 2015) para dirigirse a la Asamblea General al inicio de la Cumbre que adoptaría la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. En una súplica en pro del bien común que duró casi una hora, el Papa Francisco puso sobre la mesa muchos de los desafíos globales más críticos: el uso del poder y de “la ambición sin restricciones y las formas colectivas de egoísmo”; la justicia y el estado de derecho; el medio ambiente; los muchos rostros de la desigualdad y “las enormes filas de excluidos”; las armas nucleares, y el derecho a la educación, por nombrar sólo algunos.

En una sala replete de líderes mundiales representando diferentes credos, culturas, visiones del mundo e intereses políticos, el Papa Francisco se mostró como un hábil diplomático. Lejos de hacer proselitismo e incluso teología, su línea de fondo fue sin embargo muy clara: proteger el medio ambiente y a la gente (“estamos tratando con hombres y mujeres reales, que viven, luchan y sufren, que a menudo se ven forzadas a vivir en pobreza extrema, privados de todos sus derechos”). Descartamos a la gente, dijo, si nuestra única respuesta a la guerra y al conflicto es “hacer listas de problemas, estrategias y desacuerdos”, porque nuestros hermanos y hermanas son “hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, niños y niñas que lloran, sufren y mueren.” Y estos “seres humanos reales, son más importantes que los intereses de partido”, también en la política internacional.

El Papa Francisco fue igualmente fuerte al establecer que los compromisos solemnes (no especificó cuáles, pero lo más posible es que se refiriera a los Objetivos del Milenio y a los Objetivos de Desarrollo Sostenible), no son suficientes, aunque son un paso en la dirección correcta. “El mundo reclama de todos los gobernantes una voluntad efectiva, práctica, constante, de pasos concretos y medidas inmediatas, para preservar y mejorar el ambiente natural y vencer cuanto antes el fenómeno de la exclusión social y económica, que tiene tristes consecuencias”.

Desde mi punto de vista, el Papa Francisco, contando con la atención de la comunidad internacional, aprovechó su oportunidad para hablar claro, despertar al mundo y ser un testigo profético.

Cecile Meijer, rscj
Septiembre de 2015

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