Informe de la conferencia DIP/ONG 2008 en Paris, Francia

Isabelle Lagneau rscj, Maria Teresa Devoto rscj, Cecile Meijer rscj, Françoise de Chezelle rscj, José Basaula rscj
Carol Rittner RSM (conferencista), Cecile Meijer rscj (moderadora), Moetsi Duchatellier (conferencista)
Fotos por RSCJ

A principios de septiembre de 2008, tuve la oportunidad de participar con Josephine Basaula, Maria Teresa Devoto, Isabelle Lagneau y Cecile Meijer en la sesión que tiene lugar cada año en Nueva York para las ONG ante las Naciones Unidas. Al estar el edificio de Nueva York en renovación, las conferencias DIP/ONG tendrán que tener lugar durante algunos años fuera de USA. La sede de la UNESCO en París pareció el lugar adecuado puesto que celebramos este año el 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, firmada en París en 1948. El tema era pues: “Reafirmar los Derechos Humanos para todos: la Declaración universal tiene 60 años”. 1.106 participantes de 65 países y de 461 diferentes ONG vinieron para “compartir sus conocimientos y sus experiencias sobre la mejor manera de facilitar y contribuir al progreso de los derechos humanos en el mundo”. Eso se hizo a través de conferencias, mesas redondas y un gran número de talleres.

Mis impresiones

  • En el espacio de tres días, nos vimos sumergidas en la ebullición y en multitud de actividades, de alegrías y sufrimientos del mundo. Percibimos el incumplimiento de los derechos: toda clase de discriminaciones, pobrezas, carencias… y también todos los esfuerzos hechos para establecer el respeto de estos derechos.
  • Me impresionó la lentitud para poner en práctica y renovar las herramientas de carácter legislativo. Por ejemplo, se necesitaron varios años para la instauración de un tribunal penal internacional, algunos crímenes no se han definido jurídicamente, por ejemplo el crimen de agresión; no hay definición internacional tampoco del terrorismo. Todavía es necesario esperar.
  • La complejidad y la ambigüedad de las situaciones y en consecuencia de los remedios que deben aplicarse. Por ejemplo, el acceso al agua realizado en algunos centros de países en vías de desarrollo hace que los más pobres de estos países que viven lejos de los centros paguen el agua a los transportistas a un precio más costoso que antes…
  • La importancia de las ONG. Las ONG son los ojos para ver lo que pasa en la sociedad civil y las voces para decirlo. Pueden supervisar la evolución de las situaciones. Son ellas las que establecen, para una gran parte, los Objetivos del Milenio para el Desarrollo. En el mismo orden de ideas, se puede decir que toda acción, incluso pequeña, incluso individual, es importante.
  • Algunas palabras con respecto a la paz. Nuestras instituciones no son ya suficientes: muchas se crearon después de la segunda Guerra Mundial; en la actualidad, las situaciones son nuevas. No hay ya frontera entre lo local y lo mundial. Paz, desarrollo sostenible, derechos humanos, los tres están vinculados y es necesario un enfoque integrado de los tres. La solidaridad no se detiene en las fronteras sino allí donde hay una necesidad humana. El ser humano debe ser puesto en el centro.

La paz es un proceso, una cultura, pide una educación. La cultura de la paz, es la adopción de normas de tolerancia, de diálogo con los demás. Es también tener una memoria justa: “olvidar lo suficiente para avanzar y acordarse lo suficiente para no reiniciar.” No hay reconciliación en el silencio. No hay reconciliación sin la aceptación de una responsabilidad personal dentro de un Estado o dentro de uno mismo.

 

Françoise de Chezelle rscj
Provincia de Francia

 
Para hacer sentir lo que viví al participar en esta conferencia internacional en la UNESCO querría recoger algunos extractos de lo que nos dijo Ingrid Betancourt, en vídeo conferencia desde la ONU en Nueva York, donde  ella pudo seguir la última tarde de nuestros trabajos.

Cuando se habla de los derechos humanos, se nos acusa de ser utópico. Soy una hija de la utopía. Es sólo en la utopía que se puede construir un mundo mejor. (…) Debemos comprender lo que es nuestra función: el valor de hablar. La Declaración universal de los derechos humanos es una “declaración”. Somos nosotros quienes hablamos. No es una ley, es más que una ley, es el clamor del mundo. (…) Es necesario afectar a los seres humanos por todas partes, y se los afecta con la palabra. La palabra es mejor que las armas. Una palabra que expresa nuestra fe, nuestra alma, que permite decir lo que es difícil de decir. Se sienten muy pequeños ante los Estados pero no lo son. Por la palabra tienen el mejor instrumento de lucha. (…) Sí, tenemos el derecho de injerencia, el derecho a escudriñar allí donde hombres y mujeres sufren. La voz de las ONG es importante.


Durante estos tres días, como durante la semana en abril de 2007 que tuve la oportunidad de pasar con Cecile Meijer en Nueva York, me sentí sobrecogida por la importancia de las conversaciones. Es porque hombres y mujeres se hablan, buscan juntos soluciones, se ponen en relación unos con otros que lentamente surge un poco más de justicia. Estos tres días de conferencias y talleres son también un gran foro de intercambio de ideas, direcciones, tarjetas de visitas entre personas que sin eso seguramente nunca se habrían encontrado. Es también el testimonio de la tenacidad de los que creen contra viento y marea que un mundo más justo es posible, no el mundo en general, sino este pequeño rincón del planeta o esta situación particular para la cual han creado una ONG. A través de resistencia, de mucha generosidad y trabajo, las situaciones de muerte se transforman. La desproporción entre estas palabras y la inmensidad de los problemas que plantean me llenó de una efectiva esperanza, la expresada por Ingrid Betancourt: hablarse, conversar, buscar juntos sin cansarse, he aquí el humilde grano lanzado en la tierra que termina por producir fruto. Lejos de los cálculos comerciales y de la eficacia inmediata, el valor de hablar y de hablarse para denunciar las injusticias, buscar soluciones y aplicarlas hace avanzar el mundo hacia una humanidad más humana.

Isabelle Lagneau rscj
Provincia de Francia


Estuve muy contenta de haber participado en esta conferencia que me permitió vivir personalmente esta realidad; además, para mí, el tema estaba bien elegido, ya que vivimos en un mundo donde los derechos humanos se ridiculizan, se desconocen. Y, como la población los ignora casi completamente, no los reclama.

El objetivo de la ONU es sostener, fomentar y promover los derechos humanos. Reafirmar los derechos humanos hoy, es defender la libertad de las mujeres y de otras personas desamparadas. Se pone de relieve a las mujeres debido a dos valores que les caracterizan, a saber: “se les escucha y dan consejos.”

La educación de los derechos humanos es una información que sirve para protegerse, porque “la ignorancia es una enfermedad,” decía una de las oradoras. La enseñanza de los derechos humanos debe ser participativa si queremos que sirva para todos. Los derechos humanos son sobre todo una lucha permanente. Hablamos mucho de los derechos humanos pero están muy ausentes en la práctica. No es tiempo ya de discursos: es necesario pasar a la acción. Actuar para respetar y honrar a los que están en situación de necesidad. Ya que (según dijo un participante): “el que salva a un hombre, salva a todos los hombres”.

Así pues, sentí una llamada a partir de esta conferencia: ¿no es posible hacer una exhortación para incluir la enseñanza de los derechos humanos a los  pequeños a partir de las clases de primaria? Además, la educación de los derechos humanos afecta también al medio ambiente ya que no hay derechos humanos sin derechos del medio ambiente. Tenemos interés en administrar bien lo que producimos. Por ejemplo: cuidar que los residuos no perjudiquen  al medio ambiente e incluso para reducir el impacto negativo en el rendimiento agrícola.

Josephine Basaula rscj
Provincia de RDC

 
"El que ignora está medio muerto”. Como educadora me siento fuertemente interpelada por estas palabras: es necesario estar bien informados para informar a los otros, sobre todo a los jóvenes.  No se conocen los derechos humanos: esta es la razón por la que se ridiculizan tan fácilmente. Es necesario también recordar que “mi libertad termina dónde comienza la del otro”: derechos y deberes van juntos, nos han recordado varios oradores.

Ingrid Betancourt compartió con nosotros su sorpresa al ver cómo la cultura del miedo había aumentado en seis años… ¡es en nombre de la “seguridad nacional” que la mayoría de los Estados democráticos violan los Derechos Humanos! Es el ciudadano quien hace que los derechos humanos sean respetados; hoy eso es difícil porque el ciudadano se retira, tiene miedo. Se oculta detrás de los procedimientos para desviar los derechos universales (por ejemplo: la tortura). Es necesario tomar conciencia de lo que sucede: nadie puede decir más: “no sabía”.

Por el contrario, es la cultura de la paz la que nos debe animar e impulsar a la acción. La paz se construye sobre el perdón, nadie puede dar lecciones a los demás: “es necesario tener la humildad de reconocer que no hay maestros,  sino que tenemos necesidad de avanzar juntos; es necesario entrelazar el saber de cada uno; nuestras lógicas son diferentes… entrar en diálogo es un riesgo…” y también “el conocimiento aportado por la presencia del otro nos lleva a vivir juntos de diferente manera”. “Ningún hombre puede cambiar a otro hombre: sólo la escucha atenta y el respeto nos permiten confrontar nuestras posiciones y cambiar nuestra manera de actuar…” “La cultura divide cuando muestra al otro como alguien diferente.”

¡Qué reto para mí al leer estas notas a la luz de los documentos del Capítulo 2008!

Maria Teresa Devoto rscj
Provincia de Italia