Nuestra oración por la Tierra

Foto por Lolín Menéndez, rscj

Nuestra experiencia en la Naciones Unidas en la 60 Conferencia Anual del DIP/ONG en Septiembre 2007, comenzó con dos días de preparación. En estos días aprendimos acerca de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que expresan los compromisos que los gobiernos del mundo han adquirido. También aprendimos sobre la Carta de la Tierra, que es un documento paralelo preparado por los pueblos de la Tierra, que expresa lo que nosotros, la gente común, haremos.

Adaptada del documento de la Carta de la Tierra, hemos preparado esta oración que ofrecemos a todas las RSCJ del mundo para la preparación al Capítulo. La Carta de la Tierra se ha traducido a más de 50 lenguas, incluyendo Alemán, Hindi, Indonesio, Italiano, Japonés, Kiswahili, Coreano, Portugués, etc. Si su lengua está en esta lista, quizá les gustaría traducir esta oración a su propia lengua.

Invitamos a cada RSCJ personal y comunitariamente a hacer suya esta oración al rezar juntas:

Nosotras, Religiosas del Sagrado Corazón, estamos en un momento crítico de la historia de la Tierra, en el cual la humanidad debe elegir su futuro. A medida que el mundo se vuelve cada vez más interdependiente y frágil, el futuro depara, a la vez, grandes riesgos y grandes promesas. Para seguir adelante, reconocemos que en medio de la magnífica diversidad de culturas y formas de vida, somos una sola familia humana y una sola comunidad terrestre con un destino común. Nos unimos para crear una sociedad global sostenible fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y una cultura de paz. En torno a este fin, nosotras Religiosas del Sagrado Corazón, manifestamos nuestra responsabilidad unos hacia otros hacia la gran comunidad de la vida y hacia las generaciones futuras.

Para llevar a cabo estas aspiraciones, como Religiosas del Sagrado Corazón intentamos vivir de acuerdo con un sentido de responsabilidad universal, identificándonos con toda la comunidad terrestre, al igual que con nuestras comunidades locales. Somos ciudadanos de diferentes naciones y de un solo mundo al mismo tiempo, en donde los ámbitos local y global, se encuentran estrechamente vinculados. El espíritu de solidaridad humana y de afinidad con toda la vida se fortalece cuando vivimos con reverencia ante el misterio del ser, con gratitud por el regalo de la vida y con humildad con respecto al lugar que ocupa el ser humano en la naturaleza.

Como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un llamado a buscar un nuevo comienzo. El proceso requerirá un cambio de mentalidad y de corazón; requiere también de un nuevo sentido de interdependencia global y responsabilidad universal. Debemos desarrollar y aplicar imaginativamente la visión de un modo de vida sostenible a nivel local, nacional, regional y global. Nuestra diversidad cultural es una herencia preciosa y las diferentes culturas encontrarán sus propias formas para concretar esta visión.

La vida a menudo conduce a tensiones entre valores importantes. Ello puede implicar decisiones difíciles; sin embargo, se debe buscar la manera de armonizar la diversidad con la unidad; el ejercicio de la libertad con el bien común; los objetivos de corto plazo con las metas a largo plazo. Todo individuo, familia, organización y comunidad, tiene un papel vital que cumplir.

Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz y por la alegre celebración de la vida.

 

Esta oración ha sido resumida y adaptada
del texto completo de la
Carta de la Tierra,
especialmente del “Preámbulo” y del “C
amino hacia adelante”.

Marzo 2008