Pinceladas de Haití

Al salir del aeropuerto...
Llegando a Puerto Principe
El Nuevo Paisaje
En los jardines del Palacio Presidencial
Fotos por Lolin Menendez, rscj

Pinceladas, pues fueron pocos los dias para profundizar lo que vi, lo que senti y lo que recibi.

Conmueve sobrevolar la capital y verla salpicada por tiendas de campaña. Han transformado en azul y blanco lo que antes eran espacios verdes. Al salir del aeropuerto impactan las tiendas que bordean la carretera. Molestan, viejas, sucias, desgarradas.  No pertenecen al paisaje urbano.

Pilas de escombros, casas derrumbadas, muchas de ellas aun encierran los restos de sus ocupantes. Trabajos de reconstrucción, si los hay, pero son pocos en proporción a la tarea que espera al país. Canales ahogados por basura, criaderos de cólera, pero única alternativa para conseguir un poco de agua.

Pero es más fuerte la vida que corre por las calles: pequeños puestos donde se vende de todo, ya sean guineos o aceite para carros.  Trafico multicolor de taptaps (guaguas pintadas con dibujos brillantes)  que además de proveer transporte elevan una plegaria: “Dilo todo a Jesús”. “¿Estas triste? Jesús es tu esperanza”. Jóvenes que van de pueblo en pueblo diseminado información sobre el cólera. Niños que caminan a la escuela con uniformes impecables y trencitas con lazos de colores. Gérmenes de futuro.

Recuerdos de África. Todo se carga en la cabeza. Ruido animación, vida en las calles. Tengo que tomar conciencia de que este otro mundo, con otra historia y otra personalidad que va mas allá de lo que se ve con los ojos.

Son solo cuatro las RSCJ en Haití, granos de arena ante tanta necesidad. Pero aportan lo posible para reconstruir el país, a través de sus relaciones con personas, ya sean universitarios, niños,  religiosos o vecinos. El trabajo escondido de “edificar” personas, ofreciendo herramientas, valores, tratándoles con dignidad. Esto se palpa en conversación con las hermanas, mas allá de lo que se ve.

En Verrettes, las hermanas llevan el programa “Timoun Tet Ansam” (Niños Juntos) donde niños de ojos grandes aprenden y juegan con disciplina que viene de adentro. Dignidad de los pequeños que llevan con cuidado su plato de comida hasta el lugar donde se reúne su “familia” (su pequeño grupo de trabajo). Actividades que aprenden más que palabras e ideas. Monitores que sonríen mientras inculcan valores de paz, cooperación y autoestima. Jóvenes que transmiten  lo que han recibido.  Promesa de futuro.

Tres imágenes encierran algo de lo que vivi estos días.

Domingo, orando con residentes de un campo de desplazados. La “iglesia”,  una tienda grande, sede del proyecto de Fe y Alegría y del Servicio Jesuita a Refugiados. Tienda de Emmanuel, del Dios-con-nosotros presente en medio de tanto sufrimiento. Para mí tienda de encuentro, de reunión alegre y fortuita con un Jesuita español con quien trabajé en la región de Grandes Lagos de África hace muchos años.

El sagrario de la casa de la comunidad de Puerto Príncipe, una pequeña casa haitiana. Jesús presente en cada casita del país.

Tiendas de campaña se apoyan en las ruinas de la catedral de Puerto Príncipe.

El Verbo plantó su tienda entre nosotros
Esta vez, en Haití.
Y le dejamos vivir
Aun sin techo, frágil, desamparado
En casuchas precarias.
Tiendas de tela cobijan la Palabra
Mejor que un palacio de cemento.

Lolín Menéndez, rscj
Provincia de Puerto Rico-Haiti
Febrero 2011